Temas recurrentes en terapia

La mayoría de las personas llega a terapia con un problema muy específico y buscando resultados puntuales. Muchas personas llegan diciendo algo como:

“Quiero mejorar mi relación con mis parejas”

“Quiero superar un duelo”, o “Tuve una pérdida que no me permite seguir adelante”

“Quiero recuperar mi vitalidad”

“Quiero poder concentrarme”

“Quiero enfrentar este miedo”

“Quiero subir de puesto en el trabajo”

“Quiero disfrutar más la vida”

“Quiero dejar de estar enojado todo el tiempo”

Algunas otras llegan con temas más complejos, pero todas vienen a terapia para “estar mejor”. 

¿Cuál es la mejoría que puede ofrecer la terapia humanista?

Existen estudios y meta-análisis que reportan que la terapia humanista rogeriana (enfoque centrado en la persona o client-centered therapy) tiene una relación positiva con la mejora en pacientes con depresión, desórdenes de la personalidad, y el trastorno por estrés post-traumático (TEPT o  PTSD por sus siglas en inglés). En mi consulta privada he encontrado que uno de los impactos más inmediatos y palpables de la terapia en mis consultantes es la toma de conciencia, el darse cuenta o como decimos en México: «que te caiga el veinte». Gran parte de las exploraciones que hacemos nos lleva primeramente a identificar tus necesidades y tus límites. 

Dos ideas que se desprenden de esta toma de conciencia, son:

“Si conozco mis límites, puedo elegir atinadamente hasta dónde ir y cuánto me puedo permitir”
“Si reconozco y atiendo mis necesidades, estoy más en paz con el mundo que me rodea y con mis relaciones cercanas”

Eventualmente llega el momento de poner manos a la obra y exploramos cuáles son los ajustes necesarios para alinearte a tus necesidades y hacer valer tus límites, y ahí entra el trabajo con el cuerpo y las emociones. Entonces buscamos qué experiencias, ideas y emociones te impiden movilizarte hacia lo que necesitas, y trabajamos pacientemente con ellas, para que eventualmente lo que eran obstáculos se conviertan en fuentes de aprendizaje y autoconocimiento, y aprendas a orientarte en el mundo con ayuda de tus emociones. 

Las experiencias con las que llegan usualmente las personas a consulta conmigo son:

  • Hiperactividad y dificultad de concentración. En jóvenes se ve reflejado como bajo desempeño académico o “problemas de conducta”. En adultos esto se manifiesta como bajo rendimiento en el trabajo.
  • Problemas de comunicación e infidelidades en la pareja que usualmente se manifiestan como una alta fricción (“siempre peleamos”) o descuido de la relación.
  • Problemas de manejo del enojo, usualmente reflejados en peleas en el trabajo, los hijos y/o la pareja.
  • Problemas con el dinero: dificultad para generar o mantener recursos y tomar mejores oportunidades.
  • Crisis o ataques de pánico, miedo, aversión o evitación excesiva.
  • Depresión, bajo estado de ánimo, poca energía para hacer lo que necesitas o quieres hacer.
  • Problemas con la alimentación, consumo de sustancias (adicciones) y otras conductas autodestructivas.
  • Crisis existenciales y vivencias traumáticas.

Aquí es donde sirve el trabajo con Experiencia Somática:

Estos “problemas” en general tienen raíz en historias con una alta carga emocional que sucedieron «con demasiada intensidad, demasiado rápido o demasiado pronto» o como dicen en inglés too much, too fast, too soon. Y es así como eventualmente nos enfrentamos a las huellas del trauma, que pueden ser desde miedos y heridas que vienen de nuestra  infancia, hasta accidentes, daños por intervenciones médicas, ataques físicos, catástrofes y abuso sexual, por nombrar algunas.

Es por eso que buena parte del trabajo somático se enfoca en hacer contacto con la fortaleza y los recursos internos, para poco a poco ir enfrentando y resolviendo aquello que en el pasado nos generó impotencia, nos obligó a desconectarnos de nosotros mismos, o nos obligó a construir murallas infranqueables que hoy nos impiden funcionar con facilidad y resilientemente. Gracias a las técnicas somáticas somos capaces de dejar el pasado en el pasado y seguir con nuestras vidas.

Finalmente, una pequeña porción de las personas que vienen a terapia eligen hacerlo por motivos existenciales, están en búsqueda de una conexión espiritual más profunda, de renovar el sentido de su existencia, y de sintonizarse con un sentido de trascendencia o pertenencia en la humanidad. Aquí es donde yo más me apoyo en el trabajo desde la Core-Energética y las enseñanzas del Pathwork, que me permiten acompañar a mis pacientes con una visión transpersonal.